Les comparto la historia de nuestro regreso en bicicleta. Comentarles que llegamos vivos a nuestras casas después de ser apresados a pie de carretera y subidos al monte para matarnos. Afortunadamente fuimos esa pequeña cifra en porcentaje de sobrevivientes. Les cuento que cuando estábamos arriba en el monte, apresados por estas personas armadas esperando el final de nuestras vidas, me llegaron imágenes de los estudiantes recientemente desaparecidos. Pensé que me iban a encontrar descuartizado y disuelto en ácido, descompuesto por el paso de los días.”
Logramos salir…les decía a mis amigos. Platicamos largo rato después de todo esto. Le comentaba a uno de ellos que me sentía responsable de toda esta situación, les pido perdón de la manera más sincera a todos.
Y es que justamente cuando viajas en bicicleta por carretera uno se expone a todo; grandes paisajes, el olor de la tierra, aire fresco, velocidad, pendientes pronunciadas, sudor a chorros, calor intenso, libertad en dos ruedas…
Y ahora sin bicicleta pero con más ganas de vivir, les agradezco a todos los que estuvieron al pendiente, especialmente a Mariana Granados . Decirles que me encuentro bien y trabajando, pensando en mi próxima bicicleta para seguir rodando. Los quiero amigos. Luis García Roland Pinha Francisco Xavier Matías
Por ahora no tengo celular, estaré al pendiente por este medio si quieren comunicarse
Narración de mi amigo Lu
“Nos apuntaban con una metralleta. Nos dijeron que nos hincáramos porque nos iban a matar ahí en el monte, sobre la hierba, a 400 metros de la carretera. Yo estaba tranquilo pero pendiente de cualquier señal para defenderme, solo necesitaba de una distracción o algún descuido para pelear y conservar mi vida. Pero todo pasa muy rápido en esos momentos, me golpearon la espalda con una uzi vieja y eso fue mas que suficiente para pensarlo dos veces. Ellos estaban bien armados y probablemente drogados hasta la madre.
Actuamos bien, los calmamos porque “hablando se entiende la gente”. Los convencimos (después de un largo tiempo), de dejarnos ir. A pesar de que uno de ellos insistía en matarnos ya, rápido, en corto. Pero salimos de ello hablando, con muchos huevos, mucha calma y mucho temple. Claro, sin nuestras pertenencias.
Así es como hoy, 29 de abril de 2018, una aventura en bici mas allá de convertirse en un sueño o una pesadilla, se convirtió en un momento de muchas reflexiones. Porque cuando uno la ve venir en serio, piensa en todo y en todos. Pensé en los estudiantes recientemente desaparecidos. Pensé que me iba a pasar exactamente lo mismo que a ellos. Que iba a ser una cifra más. Que mis padres, quienes han dado tanto y a quienes agradezco todo, me iban a encontrar descuartizado y disuelto en ácido, descompuesto por el paso de los días.
Pensé que los problemas que había dejado atrás en la ciudad no significaban nada, pensé en mi música y me dí cuenta que era feliz. Que estaba listo, que si me moría ahí, iba a ser una lástima porque todavía tengo mucho por hacer, pero que estoy satisfecho porque he amado con locura, he pisado el escenario, me he defendido cuando ha sido necesario, he viajado, desde hace mucho he dejado de creer en Dios y en la vida eterna y sé que solo tengo una oportunidad para irme con una sonrisa antes reintegrarme a la tierra. Así que venga lo que venga, no hay pedo.​​​​​​​
“Ya agarramos a tres pendejos, ahorita vemos que pasa con ellos. Por mientras te mandamos de una vez a una niña”. Vociferaba uno de los dos culeros a otra persona por celular, mientras yo pensaba que había sido un acierto de nuestra parte el no viajar con chavas en el grupo (lo discutimos previamente). Tal vez las hubieran violado y después tirado por ahí en una zanja como la que estaba a unos pasos de nosotros. No me lo hubiera perdonado jamás.
Y es que cuando viajas en bici sabes que todo es posible. Que te atropelle un tráiler, que te asalten, que algo malo pase. Pero está el otro lado de la moneda: llegar perfectamente a tu destino, feliz por los hermosos paisajes, el clima, la comida, la compañía y la tremenda sensación de tu cuerpo cansado pero firme y lleno de vida. Nada se le compara, nada se le parece. Solo la música es igual. Solo eso y nada más.
Pensé en mis carnales Roland Pinha y Victor Reyes, que estaban amarrados boca abajo junto conmigo. Me sentí responsable, culpable, les pedí disculpas en mi mente. Se las pido públicamente, a ellos y a quienes se preocuparon por nosotros. Y así acaba la historia de este viaje, con una disculpa por el susto y una disculpa de antemano porque no voy a dejar de viajar en bici.​​​​​​​
Mañana toca descansar, estar cerca de la gente que amo, comer rico, respirar el aire de los viveros en Coyoacán, monitorear a mis compañeros para saber si se sienten mejor después de esta terrible experiencia. Pasado mañana, me lanzo a la tienda de Alubike a comprarme una bici mexicana, más chingona que la que tenía hasta hoy. Con mejores llantas, con mejores lámparas, mejor casco, mejores cambios de velocidad… porque así es como hoy, 29 de abril de 2018, una aventura en bici más allá de convertirse en un sueño o una pesadilla, se convirtió en muchas, pero muchas ganas de vivir con una chingada.”
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